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¿Por qué nos cuesta desconectar del trabajo?
Porque no basta con salir de la oficina o cerrar el portátil. Desconectar del trabajo es un proceso mental y emocional, no solo físico.
Vivimos en una cultura donde estar ocupado es sinónimo de ser valioso, y donde el trabajo se cuela en los espacios personales a través del móvil, el correo, las notificaciones y… la culpa. Por eso, aunque acabes tu jornada, tu mente sigue encendida como si nada hubiese terminado.
Aprender a desconectar no es un lujo, es un acto de salud mental.
Síntomas de una mente hiperactiva tras la jornada
- Revisar mentalmente tareas mientras cenas o te duchas.
- Dificultad para dormir o relajarte.
- Sensación de “nunca acabar”, aunque hayas trabajado todo el día.
- Irritabilidad o fatiga sin motivo claro.
- Incapacidad para disfrutar del tiempo libre sin pensar en lo pendiente.
Estos signos indican que tu sistema nervioso sigue en modo alerta y necesita una señal clara de cierre.
Técnicas prácticas de desconexión emocional
- Cambia de ambiente. Si trabajas desde casa, sal a dar un paseo breve tras tu jornada. Si vas a la oficina, haz el trayecto de vuelta de manera consciente (música, silencio, sin revisar el móvil).
- Respira con consciencia durante 3 minutos. Respiración nasal, lenta, conectando con el cuerpo. Te ayuda a transitar del hacer al estar.
- Ritual de cierre. Una acción simbólica que indique “hasta aquí por hoy”: apagar el ordenador, escribir lo pendiente en una libreta, recoger el escritorio.
- Desactiva notificaciones fuera de horario. No es solo digital: es mental.
- Cambia de ropa. Aunque no salgas de casa. Vestirte con ropa cómoda manda un mensaje claro al cerebro: el trabajo ha terminado.
Rutinas de cierre mental para el final del día
- Haz un vaciado mental en papel. Escribe todo lo que ronda por tu cabeza antes de cenar o acostarte.
- Evita revisar correos o redes de trabajo por la noche. Aunque sea “solo por mirar”.
- Incluye al menos una actividad que no tenga nada que ver con tu rol laboral. Leer, cocinar, caminar, ver una serie sin culpa.
- Crea un anclaje positivo al final del día. Un pequeño momento que disfrutes y que tu cuerpo relacione con descanso.
Recomendaciones de autocuidado post trabajo
- Hidrátate y aliméntate con conciencia. Muchas veces llegamos a casa sin haber cuidado lo básico.
- Cuida tu diálogo interno. No necesitas “haberlo hecho todo” para merecer descanso.
- Comparte con alguien cómo te sientes. No desde la queja, sino desde el desahogo consciente.
- Valora lo que has hecho, no solo lo que falta. Terminar el día con gratitud hacia ti mismo cambia tu energía de forma radical.
El descanso también es productividad. Pero sobre todo, es supervivencia emocional.
Reflexión final:
No estás aquí solo para producir.
Estás aquí para vivir. Y para eso, necesitas espacio dentro.
¿Te cuesta parar mentalmente después de trabajar?
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