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29 octubre 2020Si no eres capaz de estar a la altura de tu equipo en los momentos de mayor dificultad, cuando el desánimo está bajo cero… ¿Qué estás haciendo ahí?
Como directivo o responsable de un equipo, estoy segura de que en alguna ocasión se te habrá presentado la situación en la que te encuentras con un equipo cansado, desmotivado, sin ganas de seguir poniendo más esfuerzo en ese proyecto por el que están luchando y, sobre todo, cuando tu caso es el de tener a tu cargo una red comercial y tus comerciales o vendedores, están a punto de tirar la toalla.
Siempre he dicho que un jefe desmotivado, desmotiva.
Si hay algo que no te puedes permitir en esas circunstancias es justo lo mismo que a ellos les pasa. Es decir, estar tú más desmotivado que ellos.
¿Cómo vas a motivar o hacer que tus colaboradores remonten el ánimo, si ni tú mismo crees en lo que les estás diciendo?
Si hay algo que detecta rápidamente el cerebro de nuestro interlocutor es la falta de coherencia en el mensaje. Por ello cuídate mucho de que no se te note o más bien, piensa qué les vas a decir. Si no eres capaz de hablar desde la coherencia entre lo que piensas y dices, mejor “abandona el barco”.
Prosigo, remontar a un equipo cansado y bajo mínimos requiere de tener una “madera especial”, que consiga influir en su estado de ánimo.
Tu capacidad de influir en su estado anímico va a estar directamente relacionada con tu capacidad de inspirarles confianza sin límites, una confianza que no se consigue desde la “palabrería”, sino desde el estar ahí escuchándoles en sus dificultades, en sus momentos de bajón. Con tu capacidad para acompañarles (físicamente y mentalmente) en esos retos que les marcas, de no dejarles solos, y no estar presente sólo cuando toca pedir resultados.
Tu capacidad de influir en ellos, para levantarles un kilogramo más la capacidad de esfuerzo, está directamente relacionada con la capacidad de darte tú 2 kilogramos más, de exprimirte tú al máximo de tus posibilidades, para que ellos den el máximo de sus posibilidades una vez más.
Tu capacidad de influir va a depender de tu capacidad de mostrarte vulnerable y reconocer que te has equivocado en aquello que les pedías y no era alcanzable.
Y, por último, tu capacidad de influir para que ellos den ese paso más hacia adelante, para juntos levantar la moral de todo el equipo, va a estar relacionada con tu capacidad de poner a disposición de ellos tu puesto, si no estás a la altura de lo que ellos necesitan.
Sé que es atrevido lo que acabo de decir, pero si quieres de verdad forjar un carácter confiable, en el que seas capaz de inspirar la suficiente confianza para que ellos puedan remontar ese estado de cansancio y agotamiento ante condiciones desfavorables del entorno, creo que no te queda más remedio que darlo todo hasta el límite de tus posibilidades (para eso te asignaron o elegiste esa responsabilidad) y ello, para mí, pasa por llegar al máximo, que es ése.
Si tú, como directivo o responsable, no eres capaz de llevar a tu equipo, en los momentos de mayor dificultad, al máximo de sus posibilidades, manteniendo el coraje, el ánimo y la motivación…
¿Para qué estás ahí?
¡Vete y dimite!
O, ¿acaso no hacen eso los entrenadores de fútbol cuando su equipo pierde la liga?
Pues ¿a qué esperas?
¿Qué vas a hacer? ¿Eliges dimitir o dar ese paso que te conduzca al máximo de tus límites?
Me encantará leer tus comentarios.
Feliz semana.