¿Cómo bailas con las expectativas que te montas?
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15 enero 2021Imagino que a estas alturas de tu vida habrás oído hablar miles de veces de la empatía. Seguro que en tu entorno habitual, no será nada de extrañar oír a un compañero, jefe, cliente, amigo/a, la expresión “yo es que soy muy empático/a”.
Si eres seleccionador de personal , me imagino que la palabra “empatía» será la que más habrás escuchado decir entre tus entrevistados.
¡¡Mira que está manido el término!!
Es que queda tan bien decir que eres empático/a… que si no lo dices parece que socialmente no está bien visto. Pues perdona que te diga, lo siento pero, ¡no me lo creo!
Y, ¿sabes por qué?
Porque he podido comprobar que, en el 90% de la ocasiones, la gente no sabe lo que es realmente la empatía.
¿Y sabes por qué lo sé o lo creo? Pues porque si realmente fuesen empáticos y supieran lo que es la EMPATÍA DE EXCELENCIA, como a mi me gusta llamarla, entonces no habría conflictos. Y que yo sepa los conflictos o las desavenencias entre personas (por decirlo de una manera más liviana) aún existen, y muchas.
Las personas que son realmente empáticas no llegan a entrar en conflicto, y no porque se callen o actúen de forma pasiva, sino porque son capaces de entenderse en la diferencia y, por tanto, también con esas personas que son una amenaza para ellas.
Pero no sólo somos empáticos con aquellos que siguen nuestras normas, nuestros valores, que opinan igual que nosotros, que no van en contra de lo que nosotros hacemos o sentimos.
Así que perdóname, pero eso no es empatía, eso es simpatía, y no especialmente simpatía de ser gracioso. Vamos que de empático, nada de nada, tú lo que eres es muy simpático y esa es la cualidad que te define.
Y ahora cuando te diga lo que es exactamente la empatía, entonces me dices si eres capaz de atribuirte la medalla de Empático/a.
Empatía es la capacidad de vaciar tu mente y escuchar con todo tu Ser al otro/a, despojándote de juicios, creencias y todo ese parloteo que navega dentro de ti mientras le escuchas, que te limita a entender de verdad y de corazón al otro. A entender por qué se siente así, por qué dice lo que dice y hace lo que hace, aún en la peor de las situaciones, que hacen que esa persona sea oponente tuya o sea una persona con la que estás en conflicto.
Por ello, para tener “empatía de excelencia” (término acuñado por mí hace años para distinguir el manido término “empatía” de la “empatía de verdad”) se necesita unas cuantas toneladas de generosidad, para quedarse en segundo lugar y darle todo el protagonismo al otro, pues es la única manera de escuchar de verdad lo que el otro siente, para entender su comportamiento, y eso solo se consigue con mucha humildad. No es pensar menos de ti, sino pensar menos en ti.
Así que, sin humildad y generosidad no hay empatía. Y ahora es el momento en el que yo me pregunto:
¿De veras eres tan humilde y generoso como para ser tan bueno en empatía?
¿De veras sabes vaciarte de ti al completo para entregarte a escuchar, en cuerpo y alma, para que en ese momento no seas tú, sino el otro?
Sinceramente, a mi me cuesta horrores conseguirlo. Por ello, desde aquí a partir de ahora te invito a que te lo pienses bien antes de decir “yo soy empático”. Pues desde mi humilde opinión, creo que se necesita aún mucha capacidad de amar al Ser Humano para desarrollar la empatía de excelencia.
Espero que te sirva.
¿Tienes inquietudes al respecto? Déjamelas en comentarios. Como siempre, estaré encantada de responderte.
Un abrazo.
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