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17 febrero 2022Puede que si te digo “mantienes amistades tóxicas porque mendigas cariño”, te suene muy fuerte o incluso hasta ofensivo.
Pues no. No es mi intención ofender a nadie, sino hablar de mantener amistades tóxicas, que nos desgastan e incluso nos llevan a sufrir mucho pues, detrás de ellas, hay un único objetivo: tener cariño a toda costa.
Por ello, hablo de “mendigar cariño”.
Hay personas que tienen amigos/as porque son ellas las que alimentan y nutren esa amistad.
¿Qué quiero decir con ello?
Supongamos que una relación de amistad es una balanza.
En un lado, tendríamos a esas personas que siempre están ahí, las que llaman siempre para saber cómo estás, las que proponen salir juntos, las que sacan tiempo para cuando el otro lo necesita, aunque estén desbordados. Las que siempre escuchan las dificultades del otro, a pesar de necesitar ellas también ser escuchadas, las que siempre están dando ánimo y levantando a la otra persona, etc.
No se si te sonará esto.
A mí me suena mucho…
Por el contrario, en el otro lado de la balanza, se encuentran esas personas que no se acuerdan de llamar cuando necesitas algo y no te proponen tomar la cerveza o hacer el viajecito de fin de semana, sino que eligen a otras personas. Esas que, cuando tú vas a contarles tu problema o quieres hacer ese paseo para desestresarte, te dicen que no pueden o tienen otras tareas que hacer. Y así un sinfín de hechos que reflejan el poco interés que tienen por ti.
Pues bien, ¡paremos!
Eso no es una amistad.
La amistad es algo más. La amistad, para mí, es un vínculo entre dos o más personas, que conlleva un equilibrio entre “el dar” y “el recibir” y, por supuesto, el respeto por el otro.
Puede que un día te fallen, que no estén para cuando lo necesitas tú. Puede que un día se comprometan a hacer algo y no lo hagan. Puede que un día o, incluso hasta dos, pero lo que no es tolerable es la falta de compromiso continua y sin explicación alguna.
Y tú procedes a disculpar y perdonar continuamente sus actos, excusándolos en tu mente y corazón.
Permíteme decirte algo:
quien te falla constantemente no presenta ningún respeto hacia ti como persona.
Una amistad es una relación de entrega recíproca. En el momento en el que eso no es así, algo está fallando: la otra persona no valora el vínculo que mantenéis del mismo modo que tú lo haces.
Esa persona se rige por otros intereses o valores diferentes, que están relacionados con su comportamiento interesado, teniendo en cuenta exclusivamente sus necesidades, siempre desde su egocentrismo y egoísmo.
Tú mismo/a estás permitiendo que la otra persona te siga faltando al respeto, lo que está dando lugar a esa merma continua en tu autovaloración personal.
Esto conlleva una pérdida de autoestima, por el sentimiento de “no ser tenido en cuenta”, lo cual redundará en un sufrimiento continuo, si no eres capaz de parar esa situación.
Si te ves reflejado en esto que acabo de contarte, por mi parte sólo veo dos opciones:
¿Te interesa mantener la amistad?
Habla con esa persona, exprésale cómo te sientes y dile lo que te molesta y lo que necesitas tú también. Siempre de modo respetuoso, asertivo y desde la empatía. Puede que esa persona no sea consciente de su comportamiento y con esta conversación le hagas reflexionar y cambiarlo.
¿No te interesa mantener a una persona que lo único que sabe es “poner la mano”?
Simplemente, apártate. No mereces personas que no te valoren (la falta de reciprocidad, es una falta de valoración hacia ti). Tener “amistades” que sólo te tienen para aprovechamiento personal, verdaderamente no es tener amistades.
Mantener una relación de ese tipo está relacionado con la necesidad que todo ser humano tiene de ser “tomado en cuenta y aceptado” y eso no pasa por “arrastrarse y mendigar cariño”, sino que va de quererse más, de “quererte más a ti mismo/a y poner más veces límites a esas personas”.
Por ello, simplemente, cierra etapa, mira hacia adelante y busca rodearte de las personas que entiendan que la amistad es una relación de equilibrio entre el dar y el recibir.
¡Espero te sirva!
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