Creo que, si somos sinceros con nosotros mismos, reconoceremos que nos encanta escuchar nuestras propias historias.
Todos sabemos que tenemos 2 orejas y una boca, para escuchar el doble que hablar, pero lo cierto y verdad es que la ecuación no se cumple: hablamos más que escuchamos.
Y ahora diréis: “Encarna, te equivocas, pues yo soy más de escuchar que de hablar”.
¿En serio?
Estoy en plan provocadora y chula, permítemelo, ¡pero no puedo evitar decir que no es verdad!
Y seguirás diciendo: “¡pero qué chula es esta tía!”
Pues en este tema, un poquito sí. Permíteme un poco de tiempo y te lo demuestro.
Efectivamente, hay personas a las que nos encanta hablar (por tanto escucharnos) y otras a las que les gusta dejar hablar.
Y ahora viene la justificación:
¿Quiere eso decir que dejar hablar es escuchar?
¡Pues no! No, porque todos sabemos hacer muy bien eso de “oír”, pero nada tiene que ver con hacer una adecuada “escucha activa”.
Es decir, puede que dejes hablar al otro y oigas, pero recurriendo a lo que decía sobre que nos encanta escucharnos, puede que esa escucha te la estés haciendo tú internamente y continuamente, pues no pones límite a tu diálogo interno. Luego estás escuchándote y si te escuchas a ti, no al otro. ¿Tiene sentido ahora mi mensaje provocador anterior?
“Saber escuchar es más que tener la capacidad de oír las palabras de los demás. Es, principalmente, poseer la capacidad de dejar de oír nuestras propias palabras”.
-David Fishman.
No me voy a ir al diccionario, me voy a ir a mi experiencia, a lo que yo sé que es la escucha activa en base a los efectos y, por tanto, beneficios que produce.
Para mí, la escucha activa es un acto más allá de poner las orejas, callarte y asentir a la vez que miras a la otra persona.
Para mí, la escucha activa es un gesto de generosidad hacia el otro que tienes enfrente, con el que “te vacías de ti para entregarte íntegramente al otro/a”.
Cuando hablo de “entregarte íntegramente al otro”, quiero decir “estar de forma activa” con el otro.
Ello significa olvidarte de ti, de lo que quieres decir, del consejo que te gustaría decirle sin que te pregunte, de querer contarle tu experiencia, tu opinión…
Significa vaciarte y poner atención plena consciente en la otra persona, para poder, no sólo escuchar sus palabras, sino también percatarte de qué hay más allá de ellas, de cómo se siente con lo que dice, de por qué dice lo que dice y qué necesidades puede estar teniendo en ese momento.
Eso es para mí la escucha activa, ese es el efecto que produce una “escucha activa de excelencia”.
Los beneficios o efectos de la escucha activa están todos relacionados con la otra persona.
Y llegado este momento, cabría preguntarse:
Escuchar excelentemente es un acto que requiere de un esfuerzo por entender lo que el otro quiere decirnos y eso depende de muchos factores, pero sobre todo de nuestra actitud interna. Y, para ello, te recomiendo hacer lo siguiente:
“No puedes escuchar al otro si no eres capaz de callar tu mente”
Estas son las técnicas que permitirán que la otra persona se sienta escuchada y, cuando eso suceda, se sentirá reconocida, atendida, querida, aceptada…
¿Y acaso no anhelamos todos eso mismo?
Espero te sirva.
Feliz fin de semana.