¿Acompañas a tus empleados en el baile de las expectativas o bailan solos con ellas?
20 noviembre 2020Entramos a formar parte del equipo docente de TEKAMS Mentoring School
30 noviembre 2020Empiezas a leer y, de pronto, te viene a la cabeza ese jefe que en una ocasión tuviste. O ese amigo al que, en vuestras reuniones o cafés, oyes decir cosas como “ ¡si es que no tengo gente que valga a mi alrededor!”; e incluso frases tan fuertes como “tengo un puñado de inútiles conmigo que si no fuese por lo que es, echaba la persiana ahora mismo y me quedaba solo”.
Y de repente, realizas una fuerte inspiración y una rápida expiración, se te aflojan los hombros y el abdomen, y piensas: «¡Uf, menos mal que yo no soy como él!».
¿Qué?
Pues espera un momento. Cuando hayas terminado de leer este artículo, ya me dirás si te da por soltar ese suspiro de alivio, o si, por el contrario, te entra un impulso de huída que te empuja a hacer clic en el extremo superior derecho de la pantalla para cerrar la página rápidamente.
Pues sí: vamos a ver si estamos libres de pecado antes de tirar la primera piedra…
Fáciles de identificar, esos jefes abundan. Hay más de los que debería y de los que desearíamos – sobre todo cuando eres empleado-.
Los reconocerás por muchas cosas pero, entre ellas, te citaré algunas de las más destacables:
- Están sometidos a un continuo estrés, nunca tienen tiempo para su vida personal.
- Les pides una reunión y te citan para dentro de 2 semanas y, cuando llega el día, te la cancelan porque les surgió otro “asunto más urgente”.
- Tiene que pasar todo por sus manos; no se hace nada en la empresa u organización si previamente no ha pasado pasado su filtro.
- Te hacen un continuo seguimiento de los asuntos, aunque lleves con ellos 10 años, como si acabaras de llegar a la empresa y no tuvieses ninguna experiencia en tu trabajo.
- Sus mesas de despacho están sepultadas por montañas de papeles o carpetas, y nunca las verás despejadas.
- A cada nueva propuesta que le presentas, te ponen alguna «pega» siempre: nunca es una buena idea del todo si no la ha «parido» él/ella.
- Lleva todos los asuntos en la cabeza y te atropella a cada momento en el pasillo, allá donde te encuentra, porque de pronto se acuerda de que tiene un asunto que “controlar” relacionado contigo.
- Suelen tener comentarios – a menudo incluso despectivos – sobre la gente que trabaja con ellos, sacando a relucir la poca operatividad de los mismos o lo poco competentes que son.
- En la mayoría de las ocasiones, se manifiesta en ellos cierto comportamiento sarcástico, narcisista y prepotente.
Y así, podría enumerarte infinidad de comportamientos o conductas que seguro tu también conoces. Y tan seguro que desearías no conocerlas…
Pero no te voy a enumerar más, pues creo que todos sabemos de qué tipo de directivos o jefes hablamos.
En resumidas cuentas, son esos que impiden que fluya la tarea en su empresa, que hacen que las cosas se retrasen y retrasen, y que la gente que tienen a su alrededor entre en un estado continuado de desmotivación – con todo lo que ello conlleva, como la falta de iniciativa en el desarrollo de su trabajo -.
Creo que ya tienes información suficiente para saber quiénes son los “cuello de botella” en tu empresa.
O… ¿eres tú el cuello de botella?
Seguro que no, que estamos hablando de otros….
Bien.
Sigo.
¿Qué hay detrás de todos ellos?
En ese exceso de control exagerado de las tareas y de los asuntos, sin saber apenas el significado de las palabras “delegar” y “confianza en la gente”, suele haber :
- Mucha inseguridad en sí mismos, y sólo se sienten seguros cuando llevan el control de las cosas.
- Mucho miedo a perder protagonismo dentro de la empresa.
- Mucha falta de reconocimiento a su propia labor y valía.
- Mucho miedo a equivocarse.
- Mucho miedo a asumir la responsabilidad de que los tuyos se equivoquen y que tenga que responder por ellos, pues de él/ella depende los resultados de su trabajo.
- Mucho miedo a no ser lo suficientemente competente para el puesto.
Y si indagara más, te podría enumerar muchas cosas más que lleva aparejado ese comportamiento.
Ahora quiero dejarte un tiempecillo para que te examines, reflexiones y veas cuánto tienes de eso. Si lo tienes, no te preocupes, tranquilo/a, no pasa nada. Hay muchos que han pasado por ahí y ya han conseguido que ese comportamiento sea parte de su historia.
Aquí te cuento cómo dejar de ser «Cuello de Botella».
Eso sí, ten claro que está en tu mano cambiar, contando con la ayuda necesaria para dar los pasos correctos hacia ese cambio.
Un modo acertado de empezar a actuar es analizando tu forma de comunicarte con tu equipo. Te dejo también con este artículo que te aportará luz a la hora de mejorar tu comunicación interpersonal ➡️ Competencias Interpersonales: El Cómo se Come al Qué.
Y tú, ¿te sientes identificado con ello? ¿Crees que eres o has sido el «cuello de botella» de tu empresa?
Me encantará leer tus comentarios.
Feliz semana.
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