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Tu actitud está guiada por tus pensamientos acerca de ti mismo/a, de lo que eres capaz, acerca de lo que te rodea. Está basada en creencias que abarcan desde tu propia percepción de tu talento hasta el modo en que percibes tu relación con las personas que más te importan.
Y eso es precisamente lo que te hace diferente. Las personas nos distinguimos unas de otras por nuestra forma de ver la vida, que define nuestro comportamiento.
Según algunos estudios, el 90% de tus logros se basan en tu mentalidad y el otro 10%, en tus habilidades, conocimientos y talentos.
Todo esto es una cuestión de mindset.
¿Qué es el mindset?
Quizá ya hayas oído o leído antes esta palabra. Si es la primera vez que la tienes delante, no te preocupes porque vamos a desmontarla para que entiendas cuál es su significado.
El término se hizo popular con el libro “Mindset – La actitud del éxito”, de la autora y reconocida psicóloga Carol S. Dweck.
Basándonos en sus postulados, el mindset es el conjunto de creencias y pensamientos que te hacen ser tú y que definen el modo en que vives tu vida. Digamos que es la forma en que tu mente está programada. Efectivamente, como si de una máquina se tratase.
Y claro, después de este símil dirás: “entonces…igual que puedo programar una máquina a mi antojo, para que responda a mis necesidades y funcione como quiero… ¿también puedo hacer eso con mi mente? ¿Así de fácil?”.
La respuesta a la primera pregunta es “SÍ”: la buena noticia es que puedes trabajar tu mindset para que tu mente te conduzca hacia tus objetivos (en lugar de alejarte de ellos, cosa que suele suceder).
A la segunda pregunta, “NO”: lograrlo no es tan fácil como decirlo. Se trata de un proceso que requiere de compromiso por tu parte y, por supuesto, de trabajo. Aquí no nos vale llamar al programador de turno para que “nos haga unos arreglos y ya”. Los únicos responsables y con capacidad de moldear nuestra mente somos nosotros.
Hay dos tipos de mindset
Sabemos que la forma en que una persona percibe lo que le sucede en su día a día, es algo determinante en su vida profesional y personal.
Pues bien, después de décadas de investigación sobre logros y éxito, Dweck nos presenta dos tipos de mindset o mentalidad.
-
Mindset fijo.
Las personas con una mentalidad fija creen que las cualidades básicas, como la inteligencia y el talento, son rasgos inherentes y no se pueden cambiar, tanto en la vida profesional como en la personal.
-
Mindset de crecimiento.
Las personas con este tipo de mentalidad creen que es posible desarrollar nuevas habilidades, talentos y dones a lo largo del tiempo como resultado de la fuerza de voluntad, el compromiso y la dedicación. Ven las dificultades como oportunidades de mejora.
¿Y cuál es tu mindset?
¿Con cuál de estas declaraciones te identificas más?:
A) Ojalá hubiera nacido más inteligente.
B) Me encantan los retos.
C) No estoy seguro/a de ser bueno/a en eso.
D) Lo mejor para aprender es fracasar.
Si te identificas con la A o la C, tus creencias tienden hacia un mindset fijo. Si, por el contrario, te identificas con la B o la D, tu mente te conduce hacia el progreso y tu mindset es de crecimiento.
¿Cómo programar tu mente para el éxito?
Para potenciar tu mentalidad de crecimiento, hay diferentes pautas que puedes seguir.
- Detecta dónde están tus limitaciones u obstáculos. Por ejemplo, usa una libreta y crea el hábito de escribir en ella aquellos pensamientos que despiertan tus miedos o tus dudas. Cuando los hayas “sacado a la luz”, podrás ver con más objetividad que no existen indicios para creer que tienes esas limitaciones realmente.
- Protege tu mente. Lo primero siempre debe ser nuestra salud, tanto física como mental. Aléjate de todo lo tóxico, incluyendo a personas que no te hagan bien. En este mismo sentido, intenta conectar con personas positivas, cuya filosofía de vida esté orientada a ese crecimiento que tú quieres conseguir. Personas que te sumen.
- Enfoca tu conducta, actitud y acciones en lo que sí te hará crecer. Intenta destinar el máximo de tu energía a ellas. Recuérdate que cuando tú te creas capaz de conseguir algo, ya tendrás parte del camino recorrido. El resto, es cuestión de perseverar.
- Aprende de tus errores. No eres una máquina perfecta. Eres humano/a. Los fallos forman parte de tu proceso vital y necesitas de ellos para aprender, para no volver a caer. Para saber que el fuego quema, hay que quemarse.
- Crea hábitos saludables en consonancia con tu propósito, poco a poco. Para asimilar nuevas creencias hay que entrar en acción, pero intenta dosificar aquello que aplicas, para no sentirte abrumado/a y mantener la motivación. Puedes comenzar haciendo una lista de esos hábitos diarios que te gustaría implementar y ordenarlos según tu prioridad. Piensa en cómo cuidar tu mente y tu cuerpo (ejercicio físico, meditación, una alimentación equilibrada) y diseña pequeñas acciones que puedas ir realizando de forma cotidiana. Más vale 5 minutos de una cosa al día, que querer hacerlo todo de golpe y tirar la toalla al final.
- Ten paciencia contigo mismo/a. Programar tu mente para orientarla hacia el progreso no es algo que se consiga con un chasquido de dedos. Ármate de paciencia y ten muy presente que los pensamientos negativos son algo natural y que te abordarán de vez en cuando. No te obsesiones con ellos. Úsalos como recordatorio de que estás trabajando en algo que te importa y rétate a continuar, a pesar de ellos.
Recuerda que el cambio requiere de tu compromiso diario. Sigue estas pautas y te resultará más fácil conseguir tus objetivos.
¿Qué te ha parecido el artículo de esta semana? ¿Tienes alguna duda?
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Un abrazo.